La vida de Xi

China y México conducen proyectos nacionales que promueven un nuevo orden post-occidental, ofreciendo rutas propias hacia el desarrollo con justicia social basándose en la tradición civilizatoria de sus pueblos y resistiendo la lógica depredadora del capitalismo mediante iniciativas que articulan poder con dignidad y progreso con soberanía.

Analizar la vida de Xi Jinping, presidente de la República Popular China, nos permite entender el modelo de desarrollo más sorprendente del Siglo XXI y contrastar los resultados de su política social ―como factor de legitimidad de un régimen que fusiona al Partido Comunista con el Estado―, con los del Humanismo Mexicano, tras la ruta que tomó México en 2018 con el primer gobierno de la Cuarta Transformación.

Nacido en 1953, hijo del revolucionario Xi Zhongxun y viceprimer ministro en ese momento, Xi Jinping vivió en un entorno privilegiado que lo protegió de las peores consecuencias de la hambruna y el caos que afectaron a millones de chinos por las políticas económicas desastrosas del Gran Salto Adelante. Sin embargo, su familia cayó en desgracia política cuando el padre fue purgado del Partido Comunista por diferencias con Mao Zedong, y como parte de la política de reeducación de los jóvenes urbanos de la Revolución Cultural, Xi Jinping fue enviado al campo en la provincia de Shaanxi, donde enfrentó difíciles condiciones que moldearon decisivamente su carácter en una etapa crucial de su formación. Xi intentó varias veces afiliarse al Partido Comunista y fue finalmente aceptado en 1974. Estudió ingeniería química en la Universidad Tsinghua y posteriormente obtuvo un doctorado en teoría marxista y pensamiento político.

Cuando Xi Jinping asumió el liderazgo de China en 2012, ya había recorrido cuatro décadas de ascenso metódico, paciente y disciplinado dentro del Partido —desde líder comunal hasta gobernador provincial, para luego llegar al Politburó y la presidencia—. Este combinado crecimiento económico con centralización política y un enfoque particular que él llama “democracia popular integral”, dio inicio a una era de profunda transformación estructural: China combatió la desigualdad y desplegó el mayor programa de infraestructura del mundo, incluyendo trenes de alta velocidad, megaproyectos hídricos y expansión urbana sin precedentes. En paralelo, promovió la autosuficiencia tecnológica, impulsando avances en inteligencia artificial, telecomunicaciones y exploración espacial, al tiempo que convertía al país en líder mundial en energías renovables y movilidad eléctrica.[1]

En política social su logro más emblemático fue la erradicación oficial de la pobreza extrema en 2020, liberando a más de 800 millones de personas de esa condición en cuarenta años, mediante la intervención directa del Estado para equilibrar las condiciones territoriales con la reubicación masiva de poblaciones rurales; la construcción de vivienda, escuelas, hospitales y vías de acceso en zonas marginadas, con programas de inserción laboral y capacitación técnica ofreciendo crédito rural, y favoreciendo la creación de cooperativas agrícolas con estímulos a la producción. Un enfoque jerárquico, de largo aliento, en alianza con gobiernos locales, empresas y militantes del Partido, con poca tolerancia a la resistencia local, al clientelismo y a la corrupción.

Por su lado, el Humanismo Mexicano se basa en una ética comunitaria que revaloriza al pueblo como agente moral y político. Ha tenido como eje la redistribución a través de transferencias directas, aumento al salario mínimo y una narrativa nacionalista popular, y aunque es más reciente y aún está en construcción, sacó de la pobreza a 11 millones de mexicanos en tan solo seis años, de acuerdo a las últimas cifras del Banco Mundial.[2] Con el programa Salud Casa por Casa, se promueve ahora una medicina más humana, digna y centrada en las personas, y no en la enfermedad, ofreciendo atención médica compasiva y cercana a más de 13 millones de adultos mayores y personas con discapacidad —con personal que conoce el contexto de cada paciente— fortaleciendo los vínculos entre el Estado y la ciudadanía.

China y México conducen proyectos nacionales que promueven un nuevo orden post-occidental, ofreciendo rutas propias hacia el desarrollo con justicia social basándose en la tradición civilizatoria de sus pueblos y resistiendo la lógica depredadora del capitalismo mediante iniciativas que articulan poder con dignidad y progreso con soberanía.

De lograr traducir el Humanismo Mexicano en instituciones sólidas sin volverse tecnocrático y excluyente, México será un faro para la reconstrucción de los lazos de las comunidades con el poder. Y si China mantiene su impresionante capacidad de ejecución en pluralidad y con pensamiento crítico, será el catalizador de un sistema mundial multipolar solidario y con conciencia histórica que impulse medidas para resarcir las consecuencias de siglos de saqueo, esclavitud y despojo que aún marcan la desigualdad global. Ambos proyectos nos recuerdan que un Estado legítimo no es el que permite a las élites acumular poder y riqueza, sino aquel que dignifica a los pueblos construyendo un futuro próspero y en armonía con la humanidad y el planeta.[3]

[1] En el plano internacional se ha expandido la influencia global de China con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, evitando la intervención militar y promoviendo un orden multipolar con un modelo que prioriza estabilidad, participación controlada y eficiencia institucional sobre el multipartidismo competitivo característico de las democracias liberales occidentales en donde el poder político se disuelve entre ciclos electorales, polarización y promesas incumplidas, favoreciendo a las oligarquías económicas locales y a las élites financieras globales.

[2] 11 millones de mexicanos salieron de la pobreza en la administración de AMLO, según una nueva estimación del Banco Mundial

[3] El saqueo continúa: Pobreza y desigualdad extrema, la herencia del colonialismo: OXFAM Enero 2025

Total
0
Shares
Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Posts
Leer más

Prioridades y expectativas

"Prioridades y expectativas” es un análisis sobre las altas expectativas del gobierno de Claudia Sheinbaum y los retos para transformar a México en una sociedad más justa. Destaca logros en educación y redistribución económica del gobierno previo como base para avanzar.